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viernes, 28 de marzo de 2014

Efemerides Folcloricas:

28 DE MARZO


1960 - Muere en Santiago del Estero, Anita Palumbo, esposa de Andrés Chazarreta. A menos de un mes después fallecía don Andrés antes de la medianoche en su casa familiar, actual museo particular.

1961 - Nace en Buenos Aires, Rolando Goldman, músico, charanguista. Estudió con Arnoldo Pintos. Pasó por los grupos Inti Sumaj, Huancara y Coquena, entre otros. Fundó Viracocha. Ex secretario general de Sadem. Hizo dúo con Moguilevsky. Es funcionario cultural.

jueves, 27 de marzo de 2014

Enrique Santos Discèpolo

Poeta, compositor, actor y autor teatral
(27 de marzo de 1901 – 23 de diciembre de 1951)
Nombre de familia: Enrique Santos Discépolo 

La filosofía en moneditas  

Hace unos años, en su ensayo Les assassins de la mémoire -un agudo estudio sobre el revisionismo neonazi en la
Europa contemporánea-, el escritor francés Pierre Vidal-Naquet reprodujo la letra de "Cambalache", el tango emblemático de Enrique Santos Discépolo. ¿Una cita descabellada? ¿Acaso un rasgo de exotismo de un intelectual en busca de oxígeno fuera del ámbito de la cultura europea? Según lo confesaría el autor, Discépolo cayó en sus manos a través de unos amigos latinoamericanos. Y él decidió incluirlo en un libro que nada tenía que ver con el tango. La imagen del cambalache como escenario del azar insolente, de la confusión de valores y la desacralización le pareció la más adecuada para sellar su texto de denuncia.
No fue aquella la primera vez que la obra de Discépolo despertó interés en el campo del pensamiento. El español Camilo José Cela lo incluyó entre sus poetas populares preferidos y Ernesto Sabato no ha dudado en identificarse con la filosofía pesimista de quien supo escribir en "Que vachaché": "El verdadero amor se ahogó en la sopa". Muchos años antes de estas reivindicaciones, los poetas lunfardos Dante A. Linyera y Carlos de la Púa definieron a Discépolo como a un autor "con filosofía". Otro escriba de Buenos Aires, Julián Centeya, al reseñar unos de sus filmes, habló de "filosofía en moneditas", a la vez que arriesgaba una analogía -sin duda desmedida- entre Discépolo y... Carlitos Chaplin.
A diferencia de otros creadores populares que desplegaron su talento de modo instintivo y un tanto naif, para luego ser reivindicados por futuros exégetas, Discépolo fue siempre consciente de sus aportes. Podría incluso asegurarse que toda su producción artística está articulada por estilo común, un cierto aire o espíritu discepoliano que la gente reconoce inmediatamente, con afecto y admiración, como si su obra -más de una vez definida como "profética"- expresara el sentido común de los argentinos. La singularidad de Discépolo sigue inquietando, tanto dentro como fuera del universo del tango. Mientras la mayoría de sus coetáneos hoy suena extraña para las nuevas generaciones, el hombre que escribió y compuso "Cambalache" persiste, está vigente. O para decirlo con una de sus imágenes preferidas: sigue mordiendo.
Enrique se formó viendo teatro de la mano de su hermano Armando, el gran dramaturgo del grotesco rioplatense, y poco después se sintió atraído por las artes populares. Llegó al tango después de haber probado, con suerte dispar, la autoría teatral y la actuación. En 1917, debutó como actor, al lado de Roberto Casaux, un capo cómico de la época, y un año más tarde firmó junto a un amigo la pieza Los duendes, mal tratada por la crítica. Luego levantó la puntería con El señor cura (adaptación de un cuento de Maupassant), Día Feriado, El hombre solo, Páselo cabo y, sobre todo, El organito, feroz pintura social bosquejada junto a su hermano, al promediar los años 20. Como actor, Discépolo evolucionó de comparsa a nombre de reparto, y se recordaría con entusiasmo su trabajo en Mustafá, entre muchos otros estrenos.
Si bien los mundos del teatro y el tango no estaban divorciados en la Argentina de Yrigoyen y Gardel, la decisión de Discépolo de convertirse en un autor de canciones populares fue resistida por el hermano mayor -Armando se había hecho cargo de la educación de Enrique después de la temprana muerte de los padres-, y no puede decirse que las cosas le hayan sido fáciles al debilucho y tímido Discepolín. Una tibia influencia familiar (Santo, el padre, fue un destacado músico napolitano establecido en Buenos Aires) puede haber sido una primera señal hacia el arte combinado de la organización sonora y la letrística, pero la revelación no fue inmediata. Por el contrario, tanto el insípido "Bizcochito", su primera composición hecha a pedido del dramaturgo Saldías, como el notable y revulsivo "Que vachaché", editado por Julio Korn en 1926 y estrenado en un teatro de Montevideo bajo una lluvia de silbidos, fueron un mal comienzo, o al menos eso se creyó en el Buenos Aires que aclamaba los tangos de Manuel Romero, Celedonio Flores y Pascual Contursi.
La suerte del obstinado autor cambió en 1928, cuando la cancionista Azucena Maizani cantó en un teatro de revistas "Esta noche me emborracho", un tango de ribetes horacianos (por el Horacio de las Odas) y tópico netamente rioplatense: aquella vieja cabaretera que el tiempo trató con impiedad. Días después del estreno, los versos de aquel tango circularon por todo el país. Los músicos argentinos de gira por Europa lo incluyeron en sus repertorios, y en la España de Alfonso XIII la composición gozó de gran popularidad. Había nacido el Discépolo del tango. Ese mismo año, la actriz y cantante Tita Merello retomó el antes denostado "Que vachaché" y lo puso a la altura de "Esta noche me emborracho". Finalmente, 1928 sería el año del amor para un intelectual cargado de inseguridades. Tania, una cupletista española radicada en Buenos Aires que se revelaría como una muy adecuada intérprete de sus tangos, acompañaría a Discépolo el resto de su vida.
En una época en la que la autoría y la composición estaban claramente diferenciadas en el marco de las industrias culturales, Discépolo escribía letra y música, aunque esta última era imaginada con apenas dos dedos sobre el piano, para luego ser llevada al pentagrama por algún músico amigo (generalmente Lalo Scalise). Esta capacidad doble le permitió a Discépolo trabajar cada tango como una unidad perfecta de letra y música. Con un agudísimo sentido del ritmo y de la progresión dramática, con un gusto melódico impecable (Carlos de la Púa lo definió como un "Pulgarcito Filarmónico"), Discépolo se las ingenió para hacer de sus breves y muchas veces violentas historias una auténtica comedia humana rioplatense. Abandonó gran parte de la influencia modernista que hacía estragos en otros letristas (Rubén Darío fue el héroe literario de cientos de poetas argentinos, durante muchos años) y tradujo al formato "menor" de la canción ciertas ideas dominantes de la época: el grotesco teatral, el idealismo crociano, el extrañamiento pirandelliano...
La proliferación de ideas en cada letra hallaba en el humor socarrón y en el lirismo de la música un cierto equilibro, una compensación sensorial, un modo de "decir cosas" en y a través del tango. Ningún otro autor llegaría tan lejos.
Desde luego, el hecho de que Carlos Gardel grabara casi todos sus primeros tangos ayudó en gran medida a la difusión y legitimación de Discépolo como autor y compositor de un género lleno de autores y compositores. En ese sentido, la versión gardeliana del 10 de octubre de 1930 de "Yira yira" figura entre los grandes momentos de la música argentina. La intensidad de la grabación, en la que no hubo recursos teatrales especiales y el cantante evitó todo énfasis innecesario, está dada por la inmediatez de la expresión gardeliana. No hay preámbulos instrumentales que familiaricen al oyente con el material, más allá de una apretada introducción de los guitarristas que exponen el estribillo con los trémolos y fraseos de bordonas típicos de los acompañamientos de la época. La línea melódica, con sencillez engañosa irrumpe de golpe, con una fuerza que excluye la queja.
"Yira yira" fue escuchado e interpretado como una denuncia cargada de escepticismo. El militante ridiculizado en "Que vachaché" vuelve a la carga, pero esta vez respaldado por una crisis material profunda. Ahora, el "engrupido" que se resistía a creer que "el verdadero amor se ahogó en la sopa" ocupa el lugar de la voz cínica. Los principios han sido trocados por la realidad. Es el triunfo del descrédito, pero ya sin el cinismo - y mucho menos el grotesco- de unos años antes. El personaje de "Yira yira" confió en el mundo, y este lo defraudó. Como en otros tangos de Discépolo, la letra cuenta una "caída", un desalmado amanecer: ya no hay espacio para el engaño y la impostura. (Desde esta perspectiva, no están del todo equivocados quienes han visto en Discépolo a un moralista decepcionado por la modernidad, aunque tal vez sea mucho más que eso).
La línea que empieza con "Qué vachaché" y madura en "Yira yira" se continúa en los tangos "Qué sapa señor" y, en 1935, "Cambalache" Pero no es este el único "estilo" del arte compositivo de Discépolo. Este supo ser romántico en el vals "Sueño de juventud", burlón en tangos "cómicos" como "Justo el 31" y "Chorra", expresionista en "Soy un arlequín" y "Quién más, quién menos", pasional en "Confesión" y "Canción desesperada" y un tanto nostálgico y elegíaco en "Uno" y "Cafetín de Buenos Aires", ambas creaciones escritas conjuntamente con Mariano Mores. No fue tan prolífico como Enrique Cadícamo, y una parte considerable de sus creaciones carece de interés. Es indudable que la variedad musical de Discépolo tuvo que ver con sus inquietudes teatrales y cinematográficas. Su puesta de "Wunder Bar" y sus películas más conocidas - "Cuatro corazones", "En la luz de una estrella"- dieron a conocer canciones -algunas casi olvidadas- que el director y actor escribió con su sentido "programático".
Enrique Santos Discépolo nació en el barrio porteño del Once, el 27 de marzo de 1901, y murió el 23 de diciembre de 1951, en el departamento céntrico que compartía con Tania. Su compromiso con el peronismo, hecho público a través de su breve y fulminante participación en un discutido programa de radio, lo distanció de varios de sus viejos amigos. Dos años después de su muerte, cuando las trincheras políticas ya no lo necesitaban pero varios de sus tangos seguían golpeando en la conciencia colectiva, Discépolo fue recordado por el escritor Nicolás Olivari en una nota memorable. Allí Olivari aseguraba que el autor de "Yira yira" había sido el perno del humorismo porteño, engrasado por la angustia. En cierto modo, aquella era una definición discepoliana. 
 
 
Sergio A. Pujol es historiador y crítico musical. Entre otros libros, publicó "Discépolo. Una biografía argentina" (Emecé, 1997).
Efemerides Folcloricas:

27 DE MARZO

1952 - Muere en Avellaneda (Bs.As.), Mariano Villaflor, payador que sostuvo contrapuntos con los cantores más conocidos de su época. Hombre de fortuna, en su casa de Barracas al Norte, realizaba largas fiestas donde abrió las puertas a muchos nuevos cantores. Terminó en la pobreza. Tenía 75 años. 


 
1972 - Aparece el libro “El payador perseguido” de Atahualpa Yupanqui, Cía. Gral. Fabril, Bs.As., ilustraciones de Horacio Cardo, 103 p. Consta de 726 versos. “Hace aproximadamente 15 años Yupanqui comenzó a recopilar estos versos”. Contiene además “Soneto para Reguera”, “La hermanita perdida”, etc.

miércoles, 26 de marzo de 2014

SILVIO SOLDAN

Poeta, locutor, conductor de radio y televisión
(26 de marzo de 1935)
Nombre verdadero: William Silvio Soldán



Nació en Colonia Belgrano, provincia de Santa Fe. Sin duda un showman carismático, controvertido, histriónico, locuaz,
mediático; alabado y criticado, es, por sobre todas las cosas, un personaje popular y emblemático en los medios de comunicación de la Argentina.
Su origen fue el escenario –al que nunca abandonó-, pero su verdadera consagración la obtuvo en la radio primero, y luego, en la televisión como conductor y animador de programas. Su tarea de autor de tangos —producto de una vocación que le nació desde muy joven—, fue siempre en paralelo, oculta detrás de su profesión.
Fue el creador y director de “Matinata”, un programa radial de gran repercusión entre los oyentes, de cuatro horas de duración, y en el que diariamente, se incluían hasta cuarenta tangos diferentes, en una visión totalizadora de épocas, modalidades y figuras, con notas destinadas a esclarecer sobre el universo de nuestra música ciudadana, realizadas por destacados especialistas del género. Este ciclo se convirtió después, en “Soldán esquina tango”.
Su carrera fue vertiginosa. Siendo aún estudiante del colegio nacional, comenzó a presentar espectáculos. Con el tiempo se hizo actor y abandonó sus estudios en la Facultad de Derecho. En esa condición se presentó en teatros vocacionales e integró elencos radiofónicos. Actuó junto a Julia Sandoval, Eduardo Rudy, Horacio Torrado, Patricia Castel, entre otros.
A partir de la mitad de la década del 50, fue maestro de ceremonias de la tradicional Confitería Richmond, de la calle Suipacha; del cabaret Empire, del Café Adlon y de la confitería de la tienda Gath & Chaves.
Luego, se asoció con Carlinhos, en las exitosas giras de La Bandita de éste, juntamente con los hermanos Juan José y Dino Ramos -el popular autor de tantos éxitos de Palito Ortega-, con quien armó, en 1960, el Dúo de Dos.
En 1959, debutó en Canal 7 de televisión con dos programas: “Varieté”, del que tengo un recuerdo lejano y “Tangos de Sobremesa” que fue muy visto, con la actuación de Los Violines de Oro, un conjunto dirigido por Enrique Francini y Héctor Stamponi e integrado por Kicho Díaz en el contrabajo y los violines de José Niesso, Adolfo Gendelman, Vicente Tagliacozzo, Simón Bajour, Luis Gutiérrez del Barrio, Hugo Baralis y Juan Ghirlanda.
El 9 de junio de 1960, se inauguró el Canal 9, que lo contrató en forma exclusiva durante muchos años. Fue el conductor de “El Special”, revista internacional por la que desfilaron figuras estelares del mundo de la canción. También, condujo “Grandes Valores del Tango” durante veinticinco años -quizás su éxito televisivo más trascendente-, y luego, “Feliz Domingo”, ciclo protagonizado por estudiantes secundarios de todo el país, con juegos y entretenimientos, con una duración de entre 8 y 10 horas, que nada tenía que ver con la música popular.
Desde el 1 de abril de 1973, dirigió y animó el ya mencionado “Matinata”, por Radio El Mundo. Es importante destacar el importante nivel de colaboradores que lo acompañaron en ese ciclo, entre ellos podemos citar como ejemplo a Julián Centeya y a doctor Florencio Escardó.
El programa continuó en Radio Splendid, a comienzos de septiembre de 1976, con su nuevo nombre: “Soldán Esquina Tango”, en el que estaban el poeta Alberto Mosquera Montagna, Héctor Gagliardi, César Tiempo, Carlos D’Agostino, Néstor Carbia, Fernando Tornello, Ernesto Testa, Roberto Cassinelli, Raúl Fernández, Fernando Navas, con la producción de Pablo Wagner.
Participó en muchas películas, casi todas ellas de tono liviano, junto a Sandro, Elio Roca, Hugo del Carril, Juan Verdaguer, Ernesto Bianco y Juan Carlos Calabró.
En el teatro fue protagonista de la comedia de origen francés, “Vengo por el aviso”, con las vedettes Norma y Mimí Pons.
Recibió prácticamente todos los premios que se otorgan en la Argentina, entre muchos otros, el Premio Konex, dos veces la Cruz de Plata Esquiú, dos veces el Arcángel San Gabriel, ocho veces el Matín Fierro y es considerado una de las cien figuras del espectáculo nacional de todos los tiempos. Y como si esto fuera poco, tiene una esquina que lleva su nombre: la de Corrientes y Carlos Pellegrini.
No es el caso debatir la calidad literaria de sus versos, pero sí destacar sus páginas más conocidas, algunas en colaboración con compositores enormes de nuestra música popular.
Su tango más difundido y con mayor número de registros es “Sabor de adiós”, con música de Mariano Mores y registrado por su orquesta con la voz de Claudio Bergé en 1968; también las recordadas grabaciones de Alfredo De Angelis con Carlos Aguirre, en 1970 y la de Héctor Varela con Jorge Falcón, en 1973, sin olvidar las bellas versiones de María Graña y Rosanna Falasca.
Otro tema que me gusta mucho, “Por un papel”, con música de José Basso, grabado por Rodolfo Lesica en 1960 y entre otras, por las cancionistas Silvia del Río y María Garay. Además, lo registró Carlos Moreno en una interesante versión que está en Todo Tango.
Su vals “Hoy la he visto pasar a María”, con música de Hugo Marcel, tuvo un singular éxito en las voces de Miguel Montero primero y después, en las de Nito Mores y Ricardo “Chiqui” Pereyra.
Además, podemos citar los tangos, “Así bailaban mis abuelos” y “El final de un cuento”, ambos con Héctor Varela; “Los momentos que perdí”; las canciones “Cuando existe tanto amor”, con Sandro y “Dos valientes”, con Horacio Guarany; y el vals “Y el viejo no está”.
Hace poco, conocí al Soldán de carne y hueso en el cumpleaños de una amiga en común y, en esa ocasión, pude apreciar su don de gentes, su inteligencia y su humildad, propias de un tanguero de ley.


Efemerides Folcloricas:

26 DE MARZO


1914 - Nace en Colonia Garabí (Corrientes), Lucas Braulio Areco, músico, guitarrista, pintor, poeta, autor, compositor. Su galopa “Misionerita” es un himno para los misioneros. Autor de “Leyenda de la Caá-yarí ” y “Motivos de los pájaros”, etc. Creó la Orq. Folclórica de Misiones. Muere a los 80 años.


1966 - Nace en Corrientes, “Niní” Flores (Avelino Flores (h)), músico, acordeonista, compositor. Hijo del músico Avelino Flores. Autor de “Refugio de soñadores”. Radicado con su hermano Rudy en Francia.

martes, 25 de marzo de 2014

Efemerides Folcloricas: 

25 DE MARZO

1923 - Nace en Salta, José Manuel Moreno, bailarín, malambista. Profesor Nacional de Danzas Folklóricas. Prestigioso jurado internacional, dictó seminarios y cursos. Integró como primer bailarín la Cía. Folklórica de Ariel Ramírez y el Gran Ballet de Joaquín Pérez Fernández. Es una de las glorias de la danza folklórica nacional.

2004 – Muere en Corrientes, Sixto Ramón “Cacho” Saucedo, cantor, guitarrista, autor, compositor chamamecero. Integró el Cuarteto Santa Ana, Trío Corrientes y Siete Puntas, entre otros. Firmó los temas “Sapucay de triunfo macho" (con Martínez Riera) y "La planta del guayacán" (con Espíndola), etc. Tenía 66 años.