Powered By Blogger

viernes, 6 de septiembre de 2013

LUCAS DEMARE

Director de cine, bandoneonista y actor
(14 de julio de 1910 - 6 de septiembre de 1981) 


Hijo del violinista Domingo Demare y Otilia Riccio, nació en
el barrio del Abasto, en la ciudad de Buenos Aires.
Su padre tocó en distintas orquestas en la década del veinte y, a partir de 1926, integró la de Francisco Canaro, con la que participaría en la recordada gira a Francia.
Don Domingo llevó a la gira a su esposa y a sus hijos, Lucio y Lucas, quienes desde niños estudiaban el piano con el maestro italiano Vicente Scaramuzza.
A los pocos meses de estar en París el joven Lucas decidió regresar a Buenos Aires, donde comienza a estudiar el bandoneón. Recurrió a un buen amigo de su padre, el maestro Pedro Maffia. Dado sus estudios musicales con Scaramuzza, algunos investigadores dicen que rápidamente adquirió los conocimientos para tocar tan difícil instrumento. Otros en cambio, afirman que apenas se defendía y que era un músico figurante. En mi modesta opinión, ni lo uno ni lo otro, no fue un intérprete brillante pero tocar tocaba.
Después de un año, volvió a París y se incorporó en la exitosa orquesta de Manuel Pizarro. Luego, acompañó con su bandoneón al trío que su hermano Lucio integraba junto a Agustín Irusta y Roberto Fugazot. Recorrieron durante cuatro años el viejo continente, hasta establecerse finalmente en Barcelona.
En 1933, fueron requeridos para participar en la primera película sonora española, titulada “Boliche”, dirigida por Francisco Elías, en la misma —además de participar musicalmente con el trío—, realizó una pequeña actuación como actor. Al año siguiente, participó en otra producción llamada “Sin rumbo”.
Esta experiencia en el cine despertó, en el inquieto Lucas, la vocación por esta nueva actividad artística que se estaba desarrollando en el mundo del espectáculo. Desde ese momento, a pesar del aceptable éxito con la música, prefirió trabajar como operario en los estudios de la Orphea Film, de Barcelona y, al poco tiempo, comenzó a escalar hasta llegar a asistente de dirección en la película "Tierra baja".
Cuando estalló la guerra civil en España, no le quedó alternativa y tuvo que pensar en el regreso. Compró con sus ahorros un pasaje en Génova y se embarcó a Buenos Aires.
Gracias a su hermano Lucio, muy amigo de Francisco Canaro, propietario de los Estudios Río de la Plata junto a Jaime Yankelevich y Juan Cossio, comenzó a trabajar en el cine. Canaro en forma inmediata lo ubica como encargado de los estudios, dada la experiencia adquirida en España.
No pasó mucho tiempo para que Canaro le diera la oportunidad de dirigir. Su debut fue con la película “Dos amigos y un amor”, que se estrenó en el cine Broadway el 8 de febrero de 1938, los interpretes principales del film fueron Pepe Iglesias, Juan Carlos Thorry y Norma Castillo, quien luego se convertiría en la esposa de Lucas. La música fue escrita por su hermano.
El 21 de junio de 1939, se estrenó, en el cine Renacimiento, su segunda película interpretada también por Pepe Iglesias y titulada “Veinticuatro horas en libertad”. Ese mismo año, realizó "El hijo del barrio", con Ernesto Raquén, Fanny Navarro, Roberto Fugazot y, para el sello Pampa, “Chingolo”, con Luis Sandrini, Nuri Montse, Homero Cárpena, Héctor Méndez, que se estrenó al año siguiente, en el cine Monumental.
La consagración definitiva se produciría con las películas filmadas entre 1941 y 1942. La primera, “El cura gaucho”, estrenada el 25 de junio de 1941, con Enrique Muiño, Aída Alberti y Eloy Álvarez, como protagonistas y la dirección musical de su hermano Lucio.
La segunda, un éxito mayúsculo, “El viejo Hucha”, que fue estrenada el 29 de abril de 1942, con figuras estelares del tango. Las plumas de Homero Manzi y Ulises Petit de Murat, la música de Lucio Demare y la voz de Juan Carlos Miranda. El papel protagónico, a cargo de Enrique Muiño, secundado por Francisco Petrone, Roberto Airaldi y Osvaldo Miranda. Este último aparece cantando “Malena”, doblado por Miranda con la orquesta de Lucio.
Luego, vendría su obra cumbre y, posiblemente, una de las películas más importantes de la historia del cine argentino: “La guerra gaucha”, con guión propio adaptado por Manzi y Petit de Murat. Fue estrenada el 20 de noviembre de 1942.
Después seguirán, “Su Mejor Alumno” (1944), “Pampa bárbara” (1945) y, en 1952, estrena con la colaboración de José María Contursi y Francisco García Jiménez, “Mi noche triste”, una biografía libre de Pascual Contursi. En ella actúan: Jorge Salcedo, Diana Maggi, María Esther Gamas –esposa de Fugazot- y la orquesta de Aníbal Troilo.
En 1954, volvió a la temática tanguera con “Mercado de Abasto”, con Tita Merello, Pepe Arias y Juan José Míguez. En ella, Tita canta “Se dice de mí”, estrenada el 3 de febrero de 1955. Ese año dirigió también a Hugo del Carril en “El último perro”.
El 25 de septiembre de 1975, se estrenó su última película, “Solamente ella”, basada en el tango homónimo, actúan Susana Rinaldi, Luis Politti, Raúl Lavié, el Sexteto Tango, Juan Carlos Copes, María Nieves y su hija María José Demare. La dirección musical es de Julián Plaza.
Nos pareció de toda justicia, hacer esta breve reseña de tan eximio artista, nacido de las filas de nuestro tango y, que junto al querido Hugo del Carril, formaron parte de la pléyade de grandes realizadores del cine nacional.
 MARIA NIEVES

Bailarina
(6 de septiembre de 1938)
Nombre completo: María Nieves Rego 


Durante décadas fue el sueño erótico de tantísimos espectadores deslumbrados por su estampa y las armoniosas figuras que garabateaba con JUan Carlos Copes. Y también la mina que codiciaban como compañera de pista los mejores milongueros de los años 50 y 60, cuando bailar tango era una religión.
María Nieves Rego, hija de humildes emigrantes gallegos es otro fruto tanguero de aquellos conventillos con su pereza de patio y cotorro donde se enquistaba la pobreza y donde los sueños chocaban con las peripecias que imponían el diario subsistir. Su padre fallece joven y de la pieza de cuatro metros por cuatro, donde convivía con dos hermanos varones y dos mujeres, amén de la mamá, tuvo que largarse de pendeja a laburarla como sirvienta en la Boca. Tan lejos de su casa de Saavedra que debía tomar tres colectivos y quedarse trabajando toda la semana hasta la media tarde del sábado en que regresaba, abandonando el colegio en 4º grado.
Su hermana mayor, "La Ñata" -punto alto de la milonga-, la llevaría a descubrir pronto ese mundo fascinante del tango y su bagaje de misterios. Junto a otra amiga, Alicia, la foguearían tempranamente en las pistas.
Tenía 15 abriles, anhelos de sufrir y amar, ir al centro y triunfar... Y un novato y audaz muchacho bailarín, que luego sabría que se llamaba Juan Carlos Copes, la descubrió en el Estrella de Maldonado y fue seducido por su hermosa figura adolescente.
"Las minas le salían a bailar por la pinta, si no sabía ni caminar..." diría ella. La cabeceó y ella miró al suelo: "Porque mi hermana me mataba si le salía a alguno. Yo sólo iba a acompañarlas a ella y a Alicia".
Curioso, fue la primera y única vez que bailaron en ese club, en una noche que actuaban Francini-Pontier con Rufino y Podestá en los cantables. "La Ñata" le enseñó su arte, y con sus florecidos 15 años, volvía de su exilio en la Boca, planchaba la misma ropa que usaba para servir y subía en su ilusión supersport para cumplir con el rito de codificar cortes y quebradas en compañía de su hermana y la barra fiel.
Aquel morocho pintón había comenzado su asedio y se uniría a la banda de Saavedra, aunque él era de Villa Pueyrredón, para lograr su propósito de conquistar a la mocosa de hermosa figura y largas piernas, y la historia culminaría en un fogoso romance que por fin aprobaría "La Ñata". Copes intuía que había encontrado su musa definitiva y el tango a la gran pareja de su historia.
La fiebre del baile los abrazaría y la ancha historia de sus firuletes respetando el espíritu cadencial llegaría al centro, luego de actuaciones de clubes y salones de barrio y ganar un torneo en el Luna Park. Juan D'Arienzo, que como Fangio eran jurados en aquel concurso donde participaban reconocidos milongueros, le confesaría años más tarde a la ya
famosa María Nieves: "Fue increíble lo que bailaron aquella noche. Nosotros le habíamos dado el voto a una pareja acomodada, pero ustedes bailaron como dos hijos de puta y se ganaron a todo el público... ¡Que bárbaros!"
Copes había crecido y su ambición taura no tenía límites. Armó el Conjunto Juvenil, con diez parejas de milongueros que se vareó en exhibiciones amateurs despertando el ojo clínico de Carlos Petit, empresario chileno del mítico Nacional, el teatro de revistas. Y allí debutaría el Conjunto, junto a personajes como Stray, Severo Fernández, Margarita Padín o Alfredo Barbieri. "Éramos unos caraduras" -recuerda María-, "No sabíamos ni pararnos y me moría de vergüenza al saludar..." Por entonces vestía pollera acampanada, cinturón ancho exprimiendo la cintura -la moda de las chicas Divito-, pañuelito al cuello y el corte de pelo copiado de Gina Lollobrigida que había visitado fugazmente Buenos Aires.
Enseguida pasaron a hacer doblete enfrente, en el lujoso cabaret Ta-Ba-Ris, donde hasta las coperas lucían elegantes y enjoyadas. Fue entonces la vedette Juanita Martínez -esposa del cómico José Marrone-, quien le indicó la conveniencia de usar zapatos de raso de taco largo para realzar su figura, porque todavía seguía con taco bajo y hasta pestañas de cartulina que se autofabricaba y pegaba con cola sobre los párpados. Y de madrugada, luego de la fosforescencia de los aplausos, Corrientes arriba a esperar el colectivo 60, de vuelta al bulín de Saavedra, mientras él enamoraba a rumbosas vedettes.
El éxito los espabilaría: Copes se miraba en el espejo de Gene Kelly y María decidió ser la Cyd Charisse porteña, aunque sus miras no contemplaban abandonar el barrio. Los deseos del bailarín, sus sueños, se verían realizados mucho más allá de lo imaginado. El arte de la pareja traspasaría el corral de las fronteras, y abriendo puertas para el adormecido tango subieron América arriba hasta Broadway en el 59.
Al principio sufrieron privaciones, pero el triunfo coronaría los hermosos y sensuales dibujos que bordaban en los escenarios yanquis, acompañados de un Astor Piazzolla que aún buscaba su destino. Copes se convertiría en el "latin lover" de la "high society" norteamericana y sus romances se sucedían sin tregua. Fueron astros del programa de Ed Sullivan, la TV les abrió sus puertas, como Las Vegas y hasta Ronald Reagan les hizo bailar en la Casa Blanca para su cumpleaños.
Un mundo de maravilla empañado por las constantes lágrimas de María Nieves, debido a las infidelidades y la lejanía de su madre. "Ella huyó de la pobreza en España y nunca pudo volver a su Galicia natal. Temía que le pasara lo mismo conmigo porque mis giras duraban 2 o 3 años... En vez de disfrutar del éxito, sufría como loca..." -confiesa María. La brújula loca de su corazón la amarró a ese hombre. Conformaron la célula rítmica más grande del tango bailado. Fueron novios, amantes, pareja, esposos, divorciados... "Nos casamos en Las Vegas, por mi mamá sobre todo... Él también la quería mucho, pero enseguida rompimos todo y para siempre..."
El espectáculo Tango Argentino, que integraron, demostró en todo el mundo que la semilla que ellos sembraron, por fin había germinado, tras el hueco borroneado del pasado. Descascarada por el tiempo, la pareja se deshizo. Copes baila ahora con Johanna, una hija que no siente propia, fruto al parecer de una fugaz aventura. Se volvió a casar y tiene otras dos hijas.
Envuelta en la neblina de la leyenda, las marquesinas la devuelven a María Nieves enmarcada como estrella rutilante en el espectáculo "Tanguera". "Ya no mostraré mis gambitas como antes...", susurra con un dejo de nostalgia en la mochila del alma.
Cincuenta años más tarde volvió a arrojar sus pasos al porvenir en el escenario del Nacional, como cuando era una inexperta piba de conventillo de módicas ambiciones.
Los recuerdos son los fogoneros de la imaginación que me llevan a descender las escaleras del porteñazo Caño 14, de la calle Talcahuano 975, en los años 70, donde despachaba un par de wiskis, me estremecía con el fueye de Troilo, vibraba con los temas del "Polaco" Goyeneche -vecino y amigo de los hermanos de María en Saavedra-, o el violín de Francini y "bailaba" con Copes y María Nieves.
Confieso que alguna noche lo envidié al "Negro" Copes por tener semejante compañera en el escenario y el luengo feite
de su pollera nos hacía el bocho a todos.
Ella fue y será crack. Cuando le preguntan por Copes, la mina y la milonguera abren su cuore y se desnudan para siempre: "Si tengo que decir algo de él, es que conmigo fue un hijo de puta, pero nunca habrá un bailarín como Juan Carlos Copes". Ni una como vos. Digo. Afirmo.
Nota publicada en la revista madrileña "Gilda. Mujeres en el tango", de Marzo de 2003.

ROBERTO GRELA

Guitarrista y compositor
(28 de junio de 1913 - 6 de septiembre de 1992)
Nombre completo: Roberto León Grela


ara muchos fue el mayor guitarrista que ha dado el tango. En
la historia del género hubo otros grandes ejecutantes que, a diferencia de Grela, estudiaron el instrumento y lograron mayores conocimientos musicales, como los casos de Mario Pardo, Horacio Pettorossi, José María Aguilar, Edmundo Rivero, Aníbal Arias u Osvaldo Avena. Pero él pertenecía al grupo de guitarristas que tocaban "de oído", y que se fueron formando artísticamente en el trabajo cotidiano, perfeccionándose por su propio talento y por el contacto con otros músicos. Era del grupo de los autodidactas como: Guillermo Barbieri, Manuel Parada, Rafael Iriarte y Rosendo Pesoa.
Muchos critican el uso de la púa, pero qué importa si su sonido fue único, provoca placer y, como ningún otro, nos conmueve espiritualmente.
Se lo definió como, autodidacta, "orejero", que utilizó la púa porque en ella encontró la sonoridad buscada. Pero esta no era efectista ni estridente. Horacio Ferrer nos dice: «Artista de sensibilidad exquisita y rara capacidad musical, asimiló a su instrumento el fraseo brillante y ligado de la tradición bandoneonística.»
Su unión con Aníbal Troilo dejó para la historia del tango al Grela más emotivo y al mejor Troilo en su perfil de bandoneonista. Pero es Grela el que conmueve a Troilo para que dé lo mejor de sí. Con el tiempo hace una experiencia similar con Leopoldo Federico y descubrimos que ya no era el mismo, que le faltaba Troilo, pese a la superior técnica de Leopoldo. Evidentemente la conjunción Troilo-Grela fue única e irrepetible, "El Gordo" también provocaba en el guitarrista un clima profundo y de gran sentimiento. Estaban consustanciados espiritualmente.
Nació en el barrio de San Telmo y desde muy niño comenzó con la música ya que su circulo familiar eran muy aficionados a ella. Su padre y su tío integraron un dúo de guitarras: "Los Hermanos Delpaso". A su casa concurría Manuel Parada, que fue quien lo influyó para que se inclinara por la guitarra, en vez del mandolín que era el instrumento que le gustaba.
Para ganarse algún dinero comenzó acompañando a cantores de "corto destino", como diría José Gobello. El primero fue Domingo Gallichio, quien luego integró la orquesta de Antonio Arcieri. (Ignoramos si se trata de un homónimo o del propio crítico y autor teatral uruguayo, amigo de Gardel y Razzano, y autor de la letra del tango "De flor en flor").
Luego acompaña a Antonio Maida cuando se desvincula de Juan Maglio "Pacho". Más tarde estuvo al frente del conjunto de guitarristas que acompañaban a Charlo y, entre los años 1936 y 1938, cumple la misma función para Fernando Díaz que intentaba continuar como solista luego de registrar mas de 110 estribillos para Francisco Lomuto.
En esta etapa, con Fernando Díaz, se produce un hecho importante. Se hallaban de gira por la provincia de La Pampa y el cantor le manifiesta su preocupación por no tener en su repertorio un tango de impacto para su debut en Radio Belgrano a regreso a Buenos Aires. Grela lo sorprendió sacando de su bolsillo una letra que le había entregado Francisco Gorrindo a la que él acababa de ponerle música. Se trataba de "Las cuarenta", que con gran éxito estrenaron en 1937.
Inmediatamente el tango integró los repertorios de Antonio Maida y Azucena Maizani, entre otros, convirtiéndose en un clásico del género. Resulta evidente que lo que impactó fue la letra, pero la melodía también es muy buena y, de este modo, el nombre de Grela quedó asociado para siempre a un tango que perdurará a través del tiempo.
Lo curioso del caso es que Fernando Díaz no grabó el tema ni como solista, ni cuando regresa a la orquesta de Lomuto en 1939, cuando registra 58 estribillos más. Sí lo hace el otro cantor de la orquesta, Jorge Omar.
Integra el conjunto folklórico de Abel Fleury, con quien aprendió todos los secretos del instrumento. A tal punto que lo consideraba el "padre" de los guitarristas de su generación.
Duró poco con el folklore y buscó nuevos rumbos en el jazz, llegando a tener su propia agrupación sincopada, los "American Fire". También se interesó por la música brasileña
Vuelve al tango por invitación de Troilo, quien junto a Cátulo Castillo, autor del guión, estaban a punto de estrenar la comedia musical "El patio de la morocha", en el entonces teatro Enrique Santos Discépolo, hoy Teatro Alvear. Era 1952 y Troilo que encarnaba a Eduardo Arolas, pensó en Grela para que lo acompañara en la ejecución de "La cachila". La versión hizo estallar al público que pidió un bis y la volvieron a ejecutar, era el único tema que habían ensayado.
Sin pensarlo, se estaba conformando el cuarteto Troilo-Grela, porque de inmediato el sello TK les propuso grabar. Al dúo se agregó el guitarrón de Edmundo Porteño Zaldivar y el contrabajo de Kicho Díaz. Más adelante Eugenio Pro reemplazó a Díaz y Ernesto Báez a Zaldivar y agregaron la guitarra de Domingo Laine.
El cuarteto actuó un tiempo y luego se juntó únicamente para grabar discos. En 1958 forma un cuarteto de guitarras para actuar en público con Laine, Báez, Ayala y el contrabajo de Pro.
En 1965 se une a Leopoldo Federico y conforman el "Cuarteto San Telmo", con la presencia de Báez y el contrabajo Román Arias. Actuaron varios años.
En su larga carrera fue acompañante de una lista interminable de intérpretes: Edmundo Rivero, Nelly Omar, Alberto Marino, Agustín Irusta, Tito Reyes, Osvaldo Cordó, Héctor Mauré, Osvaldo Ribó, Alberto Podestá, Jorge Vidal, entre muchos otros.
En 1980 integra la orquesta estable del canal once de televisión, dirigida por Osvaldo Requena.
También compuso "Viejo baldío" (letra de Víctor Lamanna), "Callejón" (letra de Héctor Marcó) y "A San Telmo" (en colaboración con Héctor Ayala).
Efemerides Folcloricas:
 
6 DE SEPTIEMBRE

1906 - Nace en Humahuaca don Justiniano Torres Aparicio. En sus zambas, carnavalitos, cuecas, bailecitos, canciones, valses y tangos, uno puede reconocer celebraciones propias del lugar, costumbres tales como la relación del hombre de Jujuy con la Pachamama, hasta detalles de cómo se festejaba el carnaval de entonces. Vocablos en quichua, modismos propios. Creador de "Clavelito blanco", "La vi por vez primera", "Virgen de Punta Corral" y la bellísima zamba "Total que", la cual describe su tristeza al tener que dejar la tierra amada.

1926 - Nace en Santiago del Estero, Victoria Díaz (Victoria Cura de Díaz), profesora de danzas, bailarina, cantora. Esposa del armoniquista Hugo Díaz y hermana del percusionista Domingo Cura. Una zamba la recuerda con versos de Cora Cané y música de Cuti Carabajal. Muere a los 70 años.

jueves, 5 de septiembre de 2013

RUBEN CANE

Cantor
(25 de mayo de 1927 - 5 de septiembre de 2012)
Nombre verdadero: León Rubén Cleriere



Dueño de un fraseo delicado y de buena afinación, interpreta el tango con esa media voz que fue sello de los años 40. Sin imitarlo, su fraseo nos recuerda por momentos a Ángel Vargas, el cantor emblemático de la orquesta de Ángel D’Agostino.
Nació en el porteño barrio de La Paternal y residió sus últimos años en Mar del Plata, la bella ciudad balnearia, distante a 400 kilómetros de la Capital Federal.
Su trayectoria artística comienza en 1947 en la localidad de San Miguel, Provincia de Buenos Aires, con la formación de Nicolás Lanzoni. Compartiendo los cantables con Osvaldo Medina, un correcto cantor de la zona.
Luego, dos años más tarde, se incorpora al Cuarteto Espectacular Buenos Aires que dirige Alejandro Scarpino, el creador de “Canaro en París”. El mismo estaba integrado por su director en bandoneón; Roque Di Sarli al piano, Jose Pedro Castillo en violín–corneta y Mario Canaro en contrabajo. Actúan en el Tango Bar de la calle corrientes.
Entre los años 1951 y 1957, sucede lo más trascendente de su carrera cuando se incorpora a la nueva orquesta de Ángel D’Agostino, compartiendo el escenario con los vocalistas Tino García y Ricardo Ruiz, el consagrado cantor de Osvaldo Fresedo, quien tuvo un paso efímero pero que nos dejó un registro memorable: “Cascabelito”. La agrupación contaba con doce músicos y D’Agostino dirigía desde el piano.
Con el maestro llega al disco en diez oportunidades, una de ellas en dúo con García, “Tiento crudo”, de Víctor Braña y letra de Enrique Gaudino, el mismo autor de “San José de Flores”. A nuestro gusto se destacan: “Polvorín”, “Se llamaba Eduardo Arolas”, del propio D’Agostino con Enrique Cadícamo y “Mi distinguida pebeta”, de Juan José Guichandut y Horacio Sanguinetti.
A fines de 1957 se retira de la orquesta y, por el lapso de un año, se incorpora al conjunto del bandoneonista Graciano Gómez, haciendo dúo con la cancionista Elena Maida, aquella que fuera vocalista de Enrique Mora y que luego formara rubro con Enrique Campos. Con esta formación hace dos grabaciones.
En 1959, ambos vocalistas se incorporan al conjunto del violinista Víctor Braña. Rubén produce tres registros, uno de los cuales es una curiosidad, el bolero “Nuestro juramento”, de Benito de Jesús, en tiempo de tango. Además, es convocado para integrar la orquesta estable del Canal 7 de televisión.
Finalmente, arma su propio conjunto al que llamó “Rubén Cané y su TBC del Tango”, integrado por Aníbal Arias en guitarra, el pianista Rubén Milton y “El Negro” Picton en contrabajo. Graba un disco, de un lado “Tan sólo un loco amor” y en el acople, “Quiero verte una vez más”. En esos difíciles años para el género, parecía que este sería su último intento. Pero no fue así.
En abril de 1991, reaparece cantado en el conjunto “Son del Sur”, junto al bandoneón de Walter Rey y la guitarra de Hugo Pardo. Los arreglos tienen reminiscencias del cuarteto de Alejandro Scarpino. Con este acompañamiento, vuelve al disco con diez temas, entre los cuales se destacan el vals “Añoranzas” y el tango “Más sólo que nunca”.
Desde el año 2003, integra la Orquesta Estable del Teatro Colón de Mar del Plata, donde actúa periódicamente.
Participa en los espectáculos organizados por la Compañía Musical Tango Bravo Club de Daniel Canales, uno de ellos, “Los duendes de Fresedo y D’Agostino”, que se presentó en el Café Tortoni en 2004, junto al cantor Armando Garrido, fallecido el en agosto de 2006.
Actualmente, y con la misma compañía, integra como invitado especial el elenco de “Los duendes del arrabal”, en el Café Orión de Mar del Plata.
Fue galardonado por el Museo Manoblanca de Pompeya con la mención de la Orden del Buzón, en reconocimiento a su larga trayectoria en el tango.
Este arquetipo del porteño, siguió cantando y deleitando a los amantes de nuestra querida música ciudadana hasta sus últimos días. Resulta obvio el porqué de este humilde pero merecido homenaje que le hacemos desde Todo Tango.
DÍA DE LA MUJER INDÍGENA.

Es brutalmente asesinada, en La Paz (Bolivia) Bartolina Sisa por las fuerzas realistas españolas, valerosa mujer, indígena y guerrera, por haberse opuesto a la dominación y la opresión
de los conquistadores. En su honor fue instituido el 5 de Septiembre El Día Internacional de la Mujer Indígena , por el Segundo Encuentro de Organizaciones y Movimientos de América en Tihuanacu (Bolivia). Bartolina Sisa, esposa del líder Julián Túpac Katari batallaron contra el ejército realista. Ella fue jefa de batallones indígenas donde demostró gran responsabilidad y capacidad de organización, logrando armar un batallón de guerrilleros indígenas y también grupos de mujeres colaboradoras de la resistencia a los españoles en los diferentes pueblos del alto Perú. Bartolina Sisa fue capturada, torturada y cruelmente asesinada

Miguel Cané

Miguel Cané (Montevideo, 27 de enero de 1851 – Buenos
Aires, 5 de septiembre de 1905), fue un escritor y político argentino, una de las plumas más representativas de la Generación del 80 de la Literatura argentina. Ocupó el cargo de Intendente de la ciudad de Buenos Aires, como también muchos otros cargos públicos: fue embajador, docente universitario y director-encargado de varias oficinas públicas.

Fue hijo de Miguel Toribio Cané Andrade y Eufemia Casares Morales, ambos porteños, y nació en Montevideo en 1851, durante la expatriación de su familia. A los dos años de edad llegó a Buenos Aires con su familia, poco después de la caída de Juan Manuel de Rosas.
Entre 1863 y 1868 cursó su bachillerato en el Colegio Nacional de Buenos Aires (ubicado en lo que actualmente es el paseo histórico de la "Manzana de las Luces"), en la época en que era un internado de varones, durante la dirección del canónigo Eusebio Agüero y como alumno del profesor francés Amadeo Jacques. Las experiencias vividas en este colegio fueron narradas en Juvenilia (1884), el más recordado de sus libros.
Se inició en el periodismo tempranamente en el diario La Tribuna, de sus primos los Varela, y luego en El Nacional, redactado por Domingo Faustino Sarmiento y Vélez Sársfield.
El 27 de septiembre de 1875, casó con María Sara Belaústegui Cueto, con quien tuvo dos hijos, Miguel Ramón y Sara Cané Belaústegui.
Se graduó de abogado en la Universidad de Buenos Aires en 1878. Fue diputado provincial y nacional, director de Correos y diplomático ante Colombia y Venezuela. Como resultado de estas experiencias fuera del país, escribió En viaje (1884). Fue intendente de la ciudad de Buenos Aires entre 1892 y 1893, ministro de Relaciones Exteriores y del Interior y diplomático argentino en París. En 1898 ocupó una banca en el Senado, donde impulsó a pedido de la Unión Industrial Argentina la Ley de Residencia (1902). Falleció en Buenos Aires en 1905.

 

Día Internacional de la Beneficencia

La Asamblea General de las Naciones Unidas decide proclamar el 5 de septiembre Día Internacional de la Beneficencia

El 12 de diciembre de 2012 la Asamblea General de las Naciones Unidas en la Resolución 67/105 decide proclamar el 5 de septiembre Día Internacional de la Beneficencia
La beneficencia puede contribuir a la promoción del diálogo, la solidaridad y la comprensión mutua entre las personas.
La beneficencia puede aliviar los peores efectos de las crisis humanitarias, complementar los servicios públicos de atención de la salud, la educación, la vivienda y la protección de la infancia.
En reconocimiento del papel de la beneficencia a fin de mitigar las crisis humanitarias y el sufrimiento humano, dentro de los países y entre estos, así como los esfuerzos de las organizaciones de beneficencia y de particulares, incluida la labor de la Madre Teresa, la Asamblea General de las Naciones Unidas, en su resolución A/RES/67/105, decide designar el 5 de septiembre, aniversario de la muerte de la Madre Teresa de Calcuta, Día Internacional de la Beneficencia.
En este Día Internacional, las Naciones Unidas, invita a todos los Estados Miembros, las organizaciones del sistema de las Naciones Unidas y las demás organizaciones internacionales y regionales, así como a la sociedad civil, incluidas las organizaciones no gubernamentales y los particulares, a celebrar de manera adecuada el Día Internacional de la Beneficencia, alentando ésta mediante actividades educativas y de concienciación.


Organización de las Naciones Unidas

 

miércoles, 4 de septiembre de 2013

CARLOS CRISTAL

Nombre completo: Salvador Francisco Cristaldi
Fecha y lugar de nacimiento: 27/10/1942, en el barrio de

Villa Crespo de la ciudad de Buenos Aires. Falleció el 4 de septiembre de 2011. 

Comenzó a los a los 18 años en la ciudad de La Plata con la "Orquesta Juvenil del Tango", de Horacio del Bueno, con quien graba para el sello Orfeo, "Canción de Ave María" (de Héctor Stamponi y Cátulo Castillo) y Gricel (de Aníbal Troilo y José María Contursi).

En 1966 integra el conjunto "Los Gotango", con el pianista Carlos Marzan, el bandoneón Osvaldo "Pichuquito" Rizzo y Rospy en bajo. Se presentan en el programa "Siete notas para el tango" del canal 7.

En 1967 actúa con el maestro Francisco Rotundo y el cantor uruguayo Enrique Campos en el local "Patio de Tango", ubicado en la avenida Corrientes y Libertad, a una cuadra del Obelisco.

En 1969 se incorpora a la orquesta de Miguel Caló actuando el canal 7 y, durante 7 meses, en el programa "Las 13 han dado con el Tango" de Radio Splendid.

En este año graba, junto a Enrique Campos a dúo, "El Viejo Vals" (de Charlo y José González Castillo) y "Atardecer" (de Adolfo Herschel).

En 1972 actúa y graba con la orquesta de Alberto Di Paulo; en 1977 con la orquesta de Juan Sánchez Gorio; en 1980, como solista, graba su primer larga duración para ATC; en 1982, con la orquesta de Omar Valente para el sello Microonda; en 1988 para el sello Music Hall acompañado por la orquesta de Osvaldo "Pichuquito" Rizzo. Ya entrada la década del noventa, graba nuevamente como solista, acompañado por Osvaldo Berlingieri para el sello Melopea.

En 1983, viaja a Los Ángeles (Estados Unidos) y en 1990 se presenta en Madrid con la orquesta de Armando Caló.

Carlos Cristal actuó en los principales escenarios tangueros de Buenos Aires, destacándose su actuación en el "Viejo Almacén" acompañado por el maestro Leopoldo Federico.

Murió en un accidente en la ruta nacional 3, cerca de la ciudad de Azul, provincia de Buenos Aires.
ENRIQUE RODRIGUEZ


Bandoneonista, director y compositor
(8 de marzo de 1901 - 4 de septiembre de 1971)


 Este singular músico es un fiel continuador de la línea del tango rítmico y tradicional de Edgardo Donato y Juan D'Arienzo.
Denostado por los vanguardistas y alabado por los bailarines, su orquesta gozó de una gran popularidad en los años cuarenta y cincuenta, tanto en Argentina como en el resto de América.
Su estilo rompió el molde de las formaciones de su época, porque incursionaba en todos los géneros, introducía instrumentos no convencionales y su repertorio, siempre variado, sólo contenía temas alegres o románticos.
Pero cuando hacía tango, uno percibía el sonido brillante de una orquesta afiatada, con arreglos sencillos pero de buen gusto y que además, contaba con muy buenos vocalistas.
Nos cuenta el coleccionista e investigador Emilio Pichetti: «Enrique Rodríguez fue un músico completo y funcional, además de tocar el bandoneón, con igual facilidad interpretaba el piano y el violín o empuñaba la batuta. Tenía gran talento y agilidad para resolver fácilmente la realización de sencillos arreglos y adaptaciones de melodías clásicas consagradas y populares de todos los países, sin quitarle su esencia de ritmo internacional. Así se afincó el éxito de la orquesta no solo en nuestro ambiente, sino también en todo el continente para delicia de oyentes y bailarines».
En algunas biografías figura como nacido en la ciudad de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, en otras se dice que fue en la ciudad de Buenos Aires.
Sus primeros pasos con el bandoneón transcurren en los cines de barrio, haciendo el fondo musical de las películas mudas a dúo con un piano.
Cuando comienza la radiofonía en Argentina, participa formando pequeños conjuntos en radionovelas gauchescas. Actúa esporádicamente en algunas formaciones, como las del "Ruso" Antonio Gutman, Juan Maglio, Juan Canaro y Ricardo Luis Brignolo.
En 1926 debuta en el sexteto de Joaquín Mora y luego de otros empleos, integra la orquesta de Edgardo Donato, que pese a permanecer en ella por poco tiempo lo influye, seguramente, impresionado con la agilidad y brillantez de su ritmo.
En 1934 integra un trío para acompañar al cantor Francisco Fiorentino en Radio Belgrano. Al año siguiente forma un cuarteto con la misma finalidad, pero para la actriz y cantante María Luisa Notar quien al poco tiempo se convertiría en su esposa.
En este cuarteto tuvieron participación músicos de la talla de Lalo Scalise en el piano, Gabriel Clausi en el badoneón y el violinista Antonio Rodio.
Finalmente en 1936 arma su propia orquesta que denominó: "La orquesta de todos los ritmos". Polkas, valses, tangos, foxtrots, pasodobles y rancheras son entregadas al público que bailaba y cantaba los temas con entusiasmo y alegría.
Era la orquesta elegida para amenizar fiestas y bailes, porque además por su característica resultaba económica, porque hacía innecesario el complemento de otra orquesta tropical o de jazz.
En 1937, la empresa Odeón lo contrata como artista exclusivo y esta relación se mantiene durante 34 años, realizando más de 350 registros.
Roberto "Chato" Flores fue su primer cantor con quien grabó 35 temas, pero la voz más representativa fue sin duda la de Armando Moreno, "El niño Moreno", quien estuvo en tres períodos diferentes, formando una dupla que dejó huellas imborrables en la memoria tanguera. Con él hizo alrededor de doscientos registros y varias giras por América y en particular Colombia, donde fueron prácticamente idolatrados. Años más tarde, en 1965, repitieron ese éxito en Perú, en un viaje que participó el ya veterano Raúl Iriarte, aquel cantor que se destacara en la orquesta de Miguel Caló, en la década del 40.
Contó también con las voces de Ricardo Herrera, Fernando Reyes, Omar Quirós, Roberto Videla, José Torres, Oscar Galán, Ernesto Falcón, Cruz Montenegro y Dorita Zárate.
Compuso muchos temas, entre los que se destacan: "Amigos de ayer", "En la buena y en la mala", "Iré", "Llorar por una mujer", "Son cosas del bandoneón", "Yo también tuve un cariño", "Lagrimitas de mi corazón", "Tengo mil novias", todos con letra de Enrique Cadícamo; "Adiós, adiós amor" con Roberto Escalada; "Café" con Rafael Tuegols; "Como has cambiado pebeta" con R. Carbone; "Flor de lis" con Horacio Sanguinetti; "Sandía calada" con Máximo Orsi; entre muchos otros.
Pero sin duda alguna, el disco que más éxito tuvo y el más vendido fue su vals "Tengo mil novias" cantado por Armando Moreno.
Nos agrega Pichetti: «En 1944 realizó un intento de modificar armónicamente su estilo al integrar a su formación como pianista y arreglador a Armando Cupo, al bandoneonista Roberto Garza, también arreglador y a Omar Murtagh alternando en el violoncello y contrabajo. Así llegó a interpretar varios tangos con notable acierto instrumental: "Naranjo en flor", "La vi llegar", "Luna llena", "Y así nació este tango" y "El africano". Pero el público prefirió a la "Orquesta de todos los ritmos" y, en 1946, desvinculados Cupo y Garza, retornó al género bailable, conservando ese estilo durante el resto de su trayectoria».
Los sectores más refinados del tango repudiaron su estilo y lo ignoraron, yo lo rescato porque todo lo que hizo lo hizo bien, de un modo profesional, aún aquello que podemos considerar de inferior calidad. Pero por sobre todas las cosas, fue una muy buena orquesta típica, de bello y armonioso sonido , tanto para escuchar como para bailar el tango.
Chico Novarro

(4 de septiembre de 1933)

Músico, compositor, letrista, cantor y actor
Nombre completo: Bernardo Mitnik



Un camaleón color tango

Se sentaba con sus hermanitos Samuel y Fanny en la vereda a cantar tango ayudándose con algún ejemplar de El Alma que Canta. Eran los mismos tangos que por las noches escuchaban en las grandes cadenas radiales de la época. En aquella casa de la infancia de la ciudad de Santa Fe, al borde de una calle de tierra, el padre atesoraba discos de Carlos Gardel, Rosita Quiroga y Francisco Canaro. Aquel absoluto reinado del tango terminó para Bernardo Mitnik el día en que su hermano se apareció con una batería y lo introdujo en el mundo del jazz, empujado por la admiración hacia Gene Cruppa. Para ese ambiente Bernardo sería Miki Lerman.
Alberto, un zapatero proveniente de Ucrania, y su mujer (Lerman), una judía rumana, vinieron en 1923 a la Argentina con sus dos hijas mayores. La Primera Guerra Mundial los había juntado cuando él, como soldado del zar, había llegado hasta el pueblo rumano de Marcolés. Ya en la húmeda Santa Fe, donde nacerían aquellos tes niños de la vereda, ofició de zapatero remendón ambulante, recorriendo Laguna Paiva y otros pueblos. Pero aquel equilibrio se rompió: como Bernardo era asmático, cuando tenía doce años toda la familia se marchó a Deán Funes, en el norte de la provincia de Córdoba, en busca de un clima más seco. Aquel pueblo era, como Laguna Paiva, un empalme ferroviario y tenía tanta necesidad como aquél de un zapatero remendón. Don Alberto runca instaló un taller: prefería llevarlo al hombro, andar tostado y polvoriento, disfrutar de la hospitalidad de la gente. Era analfabeto y conversador.
La madre de Bernardo cantaba en la casa canciones en idisch, y contaba que su padre cantaba tan bien y tan fuerte que lo podían escuchar desde otras aldeas. Su hijo, quizá queriendo emular al abuelo, cantaba a plena voz tangos tan altisonantes como "Remembranza" o "Alma de bohemio". Ya con catorce años comenzó a ganarse la vida con su arte de doble faz: era baterista con la jazz y cantor con la típica. Sólo debía cambiarse el atuendo y volver al palco sin descansar.
Pero el padre quería que fuese perito mercantil, y que después estudiase para médico. Y Bernardo ingresó al colegio comercial y fue empleado de contaduría en Córdoba, y en una de esas ocasiones tuvo como jefe al viejo Briski el padre del actor Norman Briski. Pero pronto quedó demostrado que Bernardo podía ganar mucho más dinero batiendo un parche que cuadrando debe con haber. Fue así que a ritmo de mambo llegó a Buenos Aires por primera vez en 1951, con una rumbera donde tocaba el bongó y la batería, aunque también era apto para el contrabajo. Pero el contrato se frustró, como solía ocurrir. Después de muchos viajes, de muchas idas y vueltas, recién en 1960 se establecería definitivamente en la Capital.
En 1955, sobreviviendo en Santiago de Chile, le escribió una carta a Horacio Salgán, ofreciéndose como cantor. Firmó Bernardo Mitnik, aunque entre paréntesis se atrevió a sugerir que su nombre artístico podría ser Mario Bernal. Por supuesto, no cantó con Salgán.
Siete años después se incorporaría, en cambio, con una sonora tropical, a El Club del Clan, una iniciativa comercial de Ricardo Mejía, de la RCA-Victor, que se propuso y logró imponer una música popular insustancial y liviana, planteándose como un requisito la marginación del tango. La Victor llegó incluso a destruir las matrices como para impedir la futura reproducción de aquellos discos de tango. Fue ese oscuro Mejía quien inventó a Chico Novarro, seudónimo ideado en oposición a Largo Navarro (así llamado por su talla), con quien Bernardo integraba un dúo. Y, como tal, Bernardo grabó "El orangután" y "El camaleón”, páginas representativas de aquella penosa nueva ola, como se la conoció a partir de un programa de televisión.
En 1965, Bernardo decidió, sin embargo, componer su primer tango. Lo concibió mientras viajaba en un autobús de Onda, de Colonia a Montevideo y lo llamó "Nuestro balance", una obra que deja traslucir una fuerte influencia bolerística. Pero también descubre el raro y ubícuo talento de Bernardo, quw imagina a una pareja sentada en un café para conversar sobre la crisis de su relación y hace crecer la tensión emocional hasta un conmovedor desborde dramático, que finalmente refluye. Cantando ese tango suyo, Novarro ganó en Uruguay el Festival del Parque del Plata.
En 1971 compuso "Cordón", el mejor de sus tangos, ya absolutamente porteño. Parado en la cola de un banco, Bernardo fue ideando una melodía. Mientras le buscaba palabras miraba el cordón de la vereda, imaginando que era "duro como el alma de un frontón". Estaba naciendo así ese diálogo lleno de ideas y metáforas entre el hombre y ese elemento urbano que está más cerca en la infancia, en aquellos tiempos en que lo afeitaba el tranvía, y que termina expresando simbólicamente toda la realidad. Pero se trata, para Bernardo, de una realidad fantaseada, porque en aquella calle de tierra de Santa Fe donde fue niño no había cordón alguno. Este tango lo estrenó Chico en 1972, en un espectáculo de café concert llamado "No le vengo a vender”, cuyo personaje es un vendedor callejero que anda con una boa, ofreciendo quitamanchas, pelapapas, biromes, y así llega a ser un poeta de la gente.
La producción tanguera de Novarro es relativamente escasa. A "Nuestro balance" le siguió en 1970 "Cantata a Buenos Aires", derivación de un encargo para la publicidad del vino Peñaflor. A él se le ocurrió entonces aquello de "¿Cómo no hablar de Buenos Aires, sí es una forma de saber quién soy?". Pero el comercial se frustró y de esa frustración quedó el tango. Ese mismo año dio a conocer el olvidable "Un sábado más", concebido al comienzo como una balada. A fines de los '70 aparecieron "El último round", "Sueño de cupé” y la milonga "Mi negro volvé. En 1980 grabó "Por fin al tango”, título del único long-play que dedicó al género.
En 1981 firmó con Eladia Blázquez "Convencernos", un tango que, quizá de manera inconsciente, recoge el nacionalismo de slogan, vacío y voluntarista que era artículo de propaganda oficial durante la tenebrosa dictadura militar iniciada en 1976. En aquella desafortunada letra fue mayor el aporte de Eladia que el de Chico. aunque los dos la asumen.
Luego creó "Somos los ilusos", "Nadie mejor que vos”, la milonga "Minas de Buenos Aires", con música del pianista Héctor Stamponi, y el tango "Se juega", con notas del cantor y bandoneonista Rubén Juárez.
Como compositor, con versos de Federico Silva, escribió los tangos "Se te hace tarde" y "Amor de juguete", y la milonga "Por ejemplo". También creó "Buenos Aires terminal". Escribió con Eladia Blázquez (letra de él, música de ella, “Pazzia” (locura), en referencia a la Argentina contemporánea. Con Amanda Velazco, Mandi, escribió "Salón para familias", ese reservado de los cafés donde las parejas se deshacían.
El suyo es un caso curioso: para cada categoria de público hay un Chico Novarro diferente. Para las mujeres es el de "Arráncame la vida". Para los hombres maduros, el de "Cordón" o "El último round". Los camioneros lo identifican con "El orangután" o "El camaleón". A los jóvenes rockeros les llegó con "Carta de un león a otro". Fuera, por no poder definirse, porque lo divertía ese transformismo artístico (como cantar el tango "Destellos" en tiempo de cha-cha-chá) e porque con esa maleabilidad seguía la corriente de cada momento y maximizaba sus beneficios, Bernardo osciló siempre entre Miki Lerman, Chico Novarro y ese Mario Bernal que también fue, aunque nunca con ese nombre demasiado artificial.

Extraído del libro "Tango judío. Del ghetto a la milonga", Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1998.
 
Ariel Ramírez

En Ariel Ramírez se resumen las cualidades de un artista
que, fiel a las raíces y valores culturales de su pueblo, conformó una trayectoria creativa que le permitió trascender el ámbito de su país de origen -nació en Santa Fe, ciudad del Litoral de la Argentina, el 4 de setiembre de 1921-, para convertirse en un pianista y compositor de notable reconocimiento universal.
Cuarto entre los seis hermanos nacidos del matrimonio entre doña Rosa Blanca Servetti y don Zenón Ramírez (maestro, periodista y escritor), Ariel estudió piano en su ciudad natal y, luego de obtener su título de maestro de escuela, ya convencido de que su futuro estaría destinado a expresar musicalmente las vivencias del hombre del interior de su país, buscó familiarizarse con las manifestaciones de instrumentistas y cantores populares. Fue crucial en su elección la visita a la Escuela Normal de Santa Fe de un inspector de Música, dueño de un elegante estilo pianístico, llamado Arturo Schianca, incansable difusor del repertorio sureño.
Radicado en Córdoba, al amparo de sus amigos estudiantes tucumanos Chonchón y Raúl Mothe, conoció a Atahualpa Yupanqui quien lo impulsó a conocer el noroeste; así a partir de 1941 viajó por las provincias de Tucumán, Salta y Jujuy. Vivió varios meses en Humahuaca, donde recibió una fecunda orientación del Dr. Justiniano Torres Aparicio, músico y conocedor de la cultura nacional. También estuvo radicado un tiempo en la región cuyana, principalmente en Mendoza.
A partir de 1961 la empresa discográfica Philips lo cuenta entre sus más destacados artistas, ya que impulsa la realización de una serie de obras cuyas innovaciones amplían la temática y las formas de la canción tradicional. Inicia sus grabaciones en dicha empresa con un "long play" integrado por una completa muestra de danzas de las distintas regiones del país; algunos temas tradicionales, con arreglos del propio Ramírez y otros de su autoría. En cada disco se observa un trabajo muy serio de análisis y selección de los materiales, como asimismo una marcada vocación por dar a conocer la riqueza musical de cada ámbito musical, en este sentido ofrece series como La Pampa y El Litoral. Siguiendo la misma línea selecciona las más exquisitas composiciones de tres de las más representativas especies de la música argentina: la Zamba, el Vals criollo y el Tango. En su constante labor creativa busca nuevas sonoridades y experiencias personales enriquecedoras, así integra exitosos elencos con notables artistas, tal es el caso de Eduardo Falú, Los Fronterizos, El Conjunto Ritmus (director: Antonio Yepes), Jaime Torres, León Jacobson, Lolita Torres y Mercedes Sosa. También incursionó en la cinematografía, al producir bandas sonoras para algunas películas de los directores argentinos Leopoldo Torre Nilsson, Fernando Ayala y Héctor Olivera y en otros medios como Luz y Sonido en la Quinta Pueyrredón, con libro de Victoria Ocampo.
La vocación docente del Maestro Ramírez, evidenciada a través de toda su variada obra, se concreta en el campo de la pedagogía musical, al componer una serie de estudios para facilitar la interpretación pianística de la música popular; el álbum, publicado en 1975, es texto de estudio en los Conservatorios nacionales y privados del país. Asimismo compuso una serie de canciones provincianas escritas para las voces iguales de los niños, álbum que tuvo gran aceptación en la escuela primaria.
Ariel Ramírez tiene en preparación una cantata denominada Los Sonidos del Nuevo Mundo, compuesta en homenaje a España en conmemoración de los Quinientos años del Descubrimiento. Con temas y personajes relativos a la conquista de América, los poemas pertenecen a María Elena Walsh y Miguel Brascó, también incluye fragmentos poéticos de culturas precolombinas.
Como dirigente de la Sociedad Argentina de Autores y Compositores (SADAIC) ha ocupado numerosos cargos nacionales e internacionales; en 1988 le correspondió el honor de haber sido el primer latinoamericano elegido para presidir la Confederación Internacional de Sociedades de Autores y Compositores (CISAC). Fue Presidente de SADAIC durante cinco períodos. Actualmente ocupa el cargo de Presidente de la Junta Consultiva.
En sus continuas giras en el exterior sigue corroborando la vigencia y aceptación internacional de su afamada obra Misa Criolla.
Feliz dia de la Secretaria


La historia del Día de la Secretaria señala que todo tuvo origen cuando, en 1952, la Asociación Nacional de Secretarias (ahora conocida como la Asociación Internacional de Profesionales Administrativos) en Estados Unidos, reunió a un enorme número de secretarias.

El festejo de la Asociación se llamó: “Semana Nacional de las Secretarias”. Fue creado con el propósito de reconocer las invaluables contribuciones de las secretarias en su lugar de trabajo. Asimismo, pretendían atraer a más personas hacia los puestos administrativos.

Si bien en la historia, esta fecha cambió varias veces de nombre, en la actualidad, la celebración para los profesionales del secretariado es conocida como el Día de la Secretaria.

La fecha del Día de la Secretaria varía de país a país, pero todas tiene un mismo propósito: reconoce la labor de los asistentes administrativos, asistentes de gerencia, recepcionistas, ayudantes, oficinistas, funcionarios, administrativos y por supuesto, secretarios. ¡Feliz Día de la Secretaria!